Empecé por querer escribir un artículo sobre el azúcar, no solo por mi interés como nutricionista, sino también por mi preocupación como madre, ¡sorprendida por el hecho de que sean las criaturas las que más lo consumen!

Sí!!! no solo en los cumpleaños o épocas festivas se atiborran de dulces, ojalá fuera así, la cantidad de alimentos azucarados en su dieta suele ya empezar en el desayuno, con los llamados “cereales de desayuno”, luego en la merienda una magdalena, quizá acompañada de un zumo y aún nos faltan los azúcares invisibles que contienen productos como las salsas o salchichas, entre otros muchos que abundan en las estanterías de los supermercados. A medida que me adentro en el tema e investigo, veo que hay tanto sobre lo que informar que este artículo se transformará poco a poco en un libro, Ihihi

Ojalá la historia fuera dulce, por el contrario es muy amarga, empezando por su origen; descubrí que ya los árabes en siglo XV perfeccionaban su técnica en el refinado del azúcar y lo convirtieron en una industria en la que el trabajo era duro y principalmente realizado por esclavos, prisioneros de guerra y la casta social inferior. Los cruzados que venían de oriente fueron los primeros europeos en viciarse y empezaron a traficar para la nobleza. En la llamada era de los descubrimientos empezó el grand boom del azúcar, llevando la caña de azúcar a varias colonias para construir así el imperio europeo a costa del trabajo esclavo. Cuanto más se producía, más bajaba el precio y más gente lo consumía. Así es como deja de ser un alimento sólo consumido por la clase alta, para ser como hoy lo conocemos: asequible a todas las personas y en un sinfín de productos.
A partir del siglo XVII, Europa ya no necesita depender de la importación de la caña de azúcar, pues descubre la remolacha azucarera, que se puede plantar en climas mas templados.
Historia aparte, lo que tenemos presente es que su consumo no para de aumentar, dicen las estadísticas que al año unos 37 kilos por persona.

El azúcar blanqueado refinado obtenido de la caña de azúcar o de la remolacha pasa por procesos químicos muy complejos; si muchos de nosotr@s supiéramos como se obtiene dejaríamos de consumirlo o como mínimo dejaríamos de dárselo a nustr@s hij@s.
Empezando con el lixiviar de las remolachas, pasando por su inmersión en cal viva, hasta terminar en sulfitos cálcicos, ácidos sulfúricos y nombres así terroríficos… y eso que estoy resumiendo un proceso, que es de todo menos natural.

¿Y sus efectos en el organismo?
Para no extenderme en un sinfín de enfermedades que encuentran su origen en la ingesta de azúcar, sobre lo que podéis encontrar varios estudios y datos sobre en internet, resumo tres cuestiones muy importantes: el tema del calcio, tan importante en el crecimiento como en la fase adulta; la depresión del sistema inmunológico, tan necesario para combatir enfermedades, y por último la dependencia física y psicológica.

Desmineraliza:
El azúcar es un alimento vacío en nutrientes, su proceso de refinamiento para supuestamente eliminar impurezas ha eliminado la riqueza en vitaminas y minerales que contiene la caña de azúcar en su estado puro. Como nuestro organismo necesita dichos minerales, entre ellos el calcio, para digerir y metabolizar el azúcar, lo irá buscando donde lo encuentre, ¡empezando por los huesos y dientes!

Sistema inmunológico:
Los macrófagos, un tipo de glóbulos blancos cuya misión es activar la inmunidad cuando detectan la presencia de algún virus, bacteria o toxina, para combatirlos, se atrofian cuando hay presencia de azúcar

Dependencia:
Cuando se toma azúcar en exceso el páncreas encargado de liberar hormonas como la insulina para metabolizar la glucosa en la sangre libera demasiada de esa insulina, resultado: los niveles de azúcar bajan y la persona se siente deprimida con ganas de comer más azúcar. Empieza el ciclo vicioso, un bajón de azúcar y de ánimo que solo parece acabar con más y más azúcar. ¡Porque esa inyección en la sangre estimula en el cerebro los mismos centros del placer que dan la cocaína o el tabaco! liberación de dopamina y de otras sustancias que nos dan sensaciones de placer. Ahora imaginaros en un cuerpecito mucho más pequeño que el nuestro (por ejemplo, el adulto come el mismo helado que una criatura de 3 años, algo bien normal ), teniendo en cuenta que los niveles de glucosa suben más que en un adulto, la adrenalina se disparará, y luego nos asustamos cuando escuchamos hablar de nuevas enfermedades como hiperactividad infantil o TDAH (síndrome de deficit de atención).

Radicales de la nutrición ponen como ejemplo que nos chocaría ver a un niño de seis años fumar un cigarro, pero no comiendo un chuche dado por su educador, porque uno es aceptable en nuestra sociedad y lo vemos como normal y el otro no.
Lo positivo de todo esto es que hay muchas maneras de que nuestras criaturas no coman azúcar sin dejar de comer dulces. Hoy en día tenemos gran facilidad para encontrar ingredientes nutritivos y saludables con los que elaborar recetas apetitosas de las que disfrutaremos sin pensar que nos estamos privando del dulce en nuestras vidas. Nos ayudan blogs como el nuestro y muchísimos más en Internet, en los que se valora la alimentación natural o participar en algún taller de cocina que te darán ideas para que disfrutes de estos pequeños placeres: ¡el de cocinar y el de comer sano!
Aprovechar el sabor dulce-natural de los alimentos y enseñar desde pequeños la importancia que la alimentación tiene en la salud , empezando por nosotras dando el ejemplo en nuestro entorno.